CALIMA · Círculo Bellas Artes Madrid (2004) · Pump Proyect – Centro Cultural Las Cigarreras · Alicante (2012)
TEXTOS: Nacho Meseguer y Fernando Galán
Calima (por Nacho Meseguer, para el Pump Proyect en Las Cigarreras)
El camino artístico de Deva Sand está plagado de resurrecciones. Es una rescatadora. Una rabdomante de cuerpos lázaros que encuentra, en la búsqueda del significado de su propio acertijo, objetos abandonados ya muertos de otras vidas y persigue en ellos la huella del último canto, las instrucciones de su renacer, no hacia la utilidad esta vez sino hacia el arte.
Acostumbra a hacerlo vistiéndolos con un alma nueva en galopantes colores, pero en esta instalación practica el ejercicio inverso. Toma muebles despojados de su esencia útil, a causa del deterioro y el abandono, y los lleva más lejos, como en una ceremonia de rendición al despojamiento, desnudándolos por completo, arrancándoles capa tras capa, hasta llegar, prescindiendo de toda materia, a su luz, a su alma inmortal.
Y nos invita, si somos intrépidos, al observarlos, a ser también esencia infinita, a desposeernos de todas las envolturas que ocultan nuestro ser más trascendente y dejar nuestra marca fantasmal junto al ánima de los muebles, siendo una luz que mira eternamente una luz en este mapa del instante en el tiempo.
Calima (por Fernando Galán, para la exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid)
Un pasaje a la India está en los orígenes de esta exposición. Deva Sand viajó por ese país el verano pasado: una peregrinación que buscaba profundizar en esa espiritualidad propia de su carácter, que se diría panteísta por el culto que viene rindiendo a tantos objetos como emplea en su creación. Y he aquí una curiosa metáfora: Deva lleva años dignificando y espiritualizando los más variados objetos industriales y de deshecho, en premonición de lo que imagino se encontró en la India , un difícil sincretismo entre miseria material y meditación trascendental, descomposición orgánica y composición mística.
Y es que esto es lo que ha hecho con Calima , una instalación en la que desnuda de carnalidad suntuosa todos los muebles de un comedor (uno de los santuarios-tipo de la carne) para presentárnoslo sólo con su aura, como una cuaresma del bacanal, expiación de la gula, radiografía especulativa de la condición física…
Cuando aquí, en Europa, eran los detritos de la sociedad los que llamaban sobre todo su atención de artista, en la India fue el palacio del Maharajá de Mysore lo que espoleó su imaginación creativa, el lujo insultante en medio de la indigencia más miserable: todos los domingos el palacio se ilumina a las ocho de la tarde con miles de bombillas que dibujan su silueta en medio de la negrura física y metafísica circundante. Deva ha hecho una circuncisión ética y poética a las apariencias para arrojar luz sobre la esencia. Ha generado una habitación con vistas al interior de las cosas. Una especie de himno de los veda , los libros del conocimiento más antiguos del mundo, en los que alguien escribió, hace cinco mil años y refiriéndose a Brahm, “¿Cómo podemos describir completamente a quien está más allá de los sentidos? Sólo podemos sugerirlo”. O como dice la misma Deva: “He dibujado una habitación occidental con la luz de Oriente. Es un paso más en el proceso del reciclaje: dar vida a objetos muertos que ya no sirven para nada. De alguna manera, he sacado su alma…”.