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Miro, luego el navío. Muerdo, luego extravío. Esa es la textura. Que gime el viento a sotavento y todo pincel llega muy adentro. Expande el afecto, impulsa el aliento. Alza la mayor hacia el Oriente, que el juego de la lengua da lo sorprendente. Es la escultura oral. No todos dicen I love you.
Desnuda el sexto dichoso, de los abismos, el frondoso.
Las venas encendidas, las velas extendidas. Una llamada loca se manifiesta al fondo. Es el eros y el enamoramiento. Todo un renacimiento.
Suena el sostenido al calor del sol mayor. Con los firmamentos, deshaz los pensamientos. Que soplan nudos, vuelta y vuelta, suman cuarenta. Todo un haz. De la cocina, tu trastienda. Se salan los palacios, se tumban los inviernos, los muros al contratiempo. Es la toma de la Bastilla!
-Por amor de las diosas! Anhela el infinito, dijo la sabiduría de cuando te estrellas. Lucía Venus y el revés de todo canto. Cálido el conocer, entorna el alma que escapa a los ojos, que todo es un agradecer.
Nota en La. El instante fulgurante entre el arrebato y la libertad. Ponle bemoles, que es un ha de venir contra la nada. Un don. Son los amores.
Tú, voyeur, que levitas, contemplas sin pudor. ¿Acechas? Que blancas las olas rompen, y en morir llegan y se van, donde el bálsamo de lo sublime estremece: los ojos platónicos y sin reservas. Más allá del horizonte, el hechizo del mundo sueña y sigue. Es el destello del interior, encantamientos. La matemática fundida de los elementos.
Polvo estelar de yugular, ponte termodinámica. Alquimia del fuego lento. Ecuación acuática electromagnética. Hidrógeno de altos hornos. Magnitud del buen sentido, percibido. Eléctrica de abrazares a mares, secuaz del idioma transparente, oleaje de maramor acompasada. Gustosos de mar salada.
El todo en un morreo, por no hablar del curso libre de la nuca el contorneo.
El ser (o no ser) con el otro. Otro trampantojo.
Afortunado calentón, no cejes en la emoción. Que penetra el sueño del placer fuera del tiempo del azul siempre en abierto.
Perla oscura, dale luz a la hermosura. Pierde la razón del ensueño. Haz vibrar el diapasón del cielo sin dueño. Un salto hacia la luz, por tus huesos. Suspiros, vientos, alumbramientos, los lunes también.
–Bésame la popa, travesía, que navega el artefacto de Hermes!, dijo para sus adentros tomando el aire desde el origen del mundo.
De plata es la avenida. Es la bienvenida.