PROYECTO PHOENIX · Concurso de Escultura pública Monumental · Año: 2013
Para el “Concurso de escultura pública monumental para el desarrollo escultórico-artístico del futuro Parque de Levante de la ciudad de Murcia”

Nombre del proyecto: Phoenix

Realizado por la artista francesa Deva Sand con la colaboración del arquitecto murciano Angel Garcia Sarrión y el poeta valenciano Nacho Meseguer.

Mi proyecto es una obra ecléctica que combina escultura, naturaleza, arquitectura y poesía. Una obra interactiva que el visitante pueda disfrutar desde su exterior pero también adentrarse y formar parte activa en ella. Se trata de una vivienda construida alrededor de una palmera Phoenix, emblema de muchos jardines mediterráneos, por cuya altura (hasta 20 mts.) podrá ser vista desde cualquier punto del parque, convirtiéndose en referencia.

Desde hace tiempo trabajo sobre la idea del hábitat como metáfora del cuerpo humano, relacionando su arquitectura con el esqueleto y evocando nuestros objetos mentales a través de los que allí se contienen. En este caso quiero seguir adentrándome en la psique humana, esta vez en nuestra relación con los demás y el entorno, en los distintos círculos en los que funcionamos: el plano social, el de las relaciones íntimas y el plano de la soledad, y la forma en la que vemos el mundo desde cada uno de ellos. Para ello la creación de tres estancias comunicadas entre sí, cuyo recorrido pueda asemejarse al recorrido que hacemos en busca de nuestro interior, de nuestra propia y particular forma de ver la vida.

Todas las estancias estarán abiertas, sin apenas paredes ni techo, realizadas en perfiles metálicos (en la maqueta hemos utilizado madera por no disponer del tiempo suficiente), como si fuesen líneas dibujadas en el espacio, livianas y definidas, buscando la mezcla entre lo interior y lo exterior. La palabra, elemento principal en nuestras relaciones y compañera eterna en nuestro diálogo interior, estará presente en cada una de ellas. La palmera (se trata de una palmera real) es la que aporta la sensación viva a esta casa cuerpo. Como si, al integrarlo en él, la obra, y nosotros estando en ella, se nutriera toda de la savia del árbol, de su energía vital.

La primera estancia es la de nuestras relaciones sociales, un salón para compartir, para el juego, la comunicación y el disfrute de los placeres que nos ofrecen la vida y los demás. Es un espacio con el suelo de damero en blanco y negro, una mesa de madera y dos bancos en los que poder sentarse a charlar. Una de sus paredes estará realizada en un panel de metacrilato transparente azul sobre el cual estará impreso un texto poético relacionado que, al ser leído o en el discreto segundo plano, se mezcle armoniosamente con el paisaje. Así veremos el mundo en esta sala, maridado con el lenguaje, máxima expresión de las relaciones personales.

Al entrar en la segunda estancia cruzamos al siguiente círculo, el de las relaciones íntimas. Allí se nos invita, en un espacio más exclusivo y cálido, como el que podría ser un dormitorio, al encuentro con el otro. El suelo será de madera, con dos tumbonas del mismo material orgánico, para estar recostados y cómodamente instalados en ellas. Al frente, una ventana con forma de marco barroco, en contraste con los perfiles minimales de toda la instalación. Este marco está vacío y tiene como objetivo encuadrar un paisaje en constante transformación. Así veremos el mundo en esta estancia de relaciones emocionantes e íntimas, como admirando, junto a otro, un cuadro vivo en el que el protagonista es la misma naturaleza.
Los textos en esta sala serán discretos, íntimos, que nos Induzcan a confidencia y la ternura.

Habiendo cruzado las estancias anteriores, la de lo social y la de lo íntimo, llegamos por fin a la tercera, en lo más alto de la casa. Es el piso más pequeño, solo apto para una persona, pues es la estancia de la introspección, de la relación con nosotros mismos, al lugar que hay que llegar para poder ver el mundo a través de nuestro único prisma, en la plenitud de la conciencia. De hecho la estancia se trata de un mirador. Un suelo de rejilla dejará pasar el aire para conseguir una mayor sensación de liviandad. Allí habrá también unos prismáticos, pues cuando observamos el mundo lo hacemos de una forma panorámica pero también y sobre todo atraídos por los detalles. Con él podrá admirarse todo el parque y las esculturas que contiene.

Sobre el mirador, un techo. El único de la casa, lleno de leds que estarán alimentados por una placa solar para que la obra tenga iluminación nocturna autónoma y ecológica.

Finalmente, un gran reloj, que podrá verse desde todas partes y convertirse así en punto clave del entorno, nos hará conscientes del peso del tiempo, del engarce de nuestra mirada con el instante en el que observamos.

Es mi opinión que el arte ha de ser cada vez más poliédrico e interactivo. Desde hace tiempo realizo instalaciones en sitios públicos y me gusta la idea del movimiento, de una concurrencia activa que disfrute de una experiencia alternativa. Por ello les presento, para su consideración, este proyecto holístico, dinámico y curioso, que compagina naturaleza, arte, poesía, arquitectura y energía renovable, que puede disfrutarse en muy distintos niveles estéticos y reflexivos, y con vocación de despertar sensaciones poéticas e inquietantes que nos obliguen a plantearnos nuestros propios significados.

Atentamente,
Deva Sand.